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ISSN 1989-4163

NUMERO 74 - VERANO 2016

Lecturas Inactuales IV, V y VI. Franco, ese Nombre... Envenena mis Sueños, a partir de VV.AA.

Luis Arturo Hernández

 

     

                   FRANCO, ESE NOMBREENVENENA MIS SUEÑOS
 
             “Lo único que no variaba era el tema, ni el tono de las discusiones:
                               —Cuando caiga Franco…”
Max Aub, “La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco” [p. 417]

 

                       (PREDELA PARA UN TRÍPTICO ANTIFRANQUISTA)
                             DE LO QUE PUDO HABER SIDO Y NO FUE

   “Y así fue como esa noche de los Cuatro Caminos dio paso a una historia llena de fatalidades, que en realidad iba a empezar muchos años después, una soleada mañana de la primavera de 1993, en la cuesta de Moyano.”
                                  Andrés Trapiello, La noche de Cuatro Caminos [p. 17]

                                       —“¿Patria o Muerte? —preguntó el dictador.
                                       —¡Muerte, muerte! —clamaron todos a una.”
                                                  (Variación anónima sobre un tema cubano)

    Un yugo: Franco. Tres f(l)echas: 1941, 1953 y 1959. Tres vampiros que se le tiran a la yugular: un nacional-sindicalista, un anarquista, un mejicano sin adscripción política.

Tres tentativas de matar al Dictador: la primera, descartada; la segunda, frustrada; y la tercera, fallida. Un drama en tres actos: el 1º como invención, el 2º, como tragedia, y el 3º como farsa. Y tres fases de idéntica tentación durante 3 décadas: años 40, autarquía falangista; años 50, reconocimiento exterior; y años 60, desarrollismo. Tres relatos: el ensayo Objetivo: matar a Franco (1976), de Armando Romero Cuesta; una novela, El desfile de la Victoria (1999), de Antonio Gómez Rufo; y el cuento largo “La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco” (1960), de Max Aub —entretejidos por el hilo rojo intertextual de La noche de Cuatro Caminos (2001) de Andrés Trapiello—.

   Tres ensayos, pues, “de lo que pudo haber sido y no fue”, desde sendas perspectivas espacio-temporales externas al hecho en sí —la democracia y el exilio— que retratan idéntico asunto —un magnicidio de “novios de la muerte”— en tres períodos sucesivos de la post-guerra civil española, con el mínimo común denominador de su ejecución.  

    PALABRAS CLAVE SOBRE EL PLANO LEXICOGRÁFICO DE LA CAPITAL: CORRESPONDENCIA CON… 
 
                                       “¡Caramba, qué coinsidensia!”
                                                                    Les Luthiers, Gracias de nada

   Explicitadas las circunstancias temporales (¿Cuándo?) y los móviles del crimen (¿Por qué?), las correspondencias literarias afectarán a las cuatro W restantes durante el parte informativo —¿Qué?, ¿Cómo?, ¿Dónde? y ¿Quién?— en el siguiente campo de batalla:
  
   Campo léxico militar: (Gran) Desfile (de la Victoria), uniforme, pistola.
   Campo léxico del espectáculo: teatro, palco.
   Topónimos: Cuatro Caminos, Cuesta de las Perdices, Villa Romana, Riscal.
   Antropónimos: Franco, Lola.

             SOMOS NOVIOS DE LA MUERTE o DANZA DE LA MUERTE:
                                          RAPSODIA IN BLUE

        “Ganar y perder. ¿Es fácil? ¿Sabe ganar cualquiera, sabe perder cualquiera? El triunfo puede ofender la dignidad del vencido, y, entonces, redunda en menoscabo de la dignidad del vencedor. El vencido puede ofender la dignidad la dignidad del victorioso, apenarlo de su triunfo. ¡Qué difícil juego moral este de la victoria y la derrota, y cuántos delicadísimos sentimientos humanos pueden herirse!”
                              Gonzalo Torrente Ballester, Aprendiz de hombre  [p. 193]

    Tras cuarenta años de la muerte de Franco —una cuarentena antes de desconectarlo— se vuelve la vista en este ensayo a los cuarenta años de Franquismo —una cuaresma para desconectar de él— mediante tres relatos sobre sendas tentativas de magnicidio del Caudillo—reales o ficticias, todas narradas con historia a fin de cuentas y/o cuentos—, que tienen el denominador común del republicano “mono azul”, con las vidas paralelas de los respectivos homínidos homicidas que con el objetivo de matar al Ex-Simio Azul llegan cada vez desde más lejos —Madrid, Francia y Méjico— aunque, como el gato de Srödinger, a la vez, no llegan a matarlo —¡a la tercera va la vencida?—. Acaso porque la historia, tras de la inventio, se produce primero como tragedia y, luego, como farsa.    

 

                               (LECTURAS INACTUALES IV: Junio de 2016:
            De Objetivo: matar a Franco (1976), de Armando Romero Cuesta.)

                                PRIMER ACTO: PLANTEAMIENTO                       
      ¿LA OTRA GENERACIÓN DEL 27 O LA GENERACIÓN DEL OTRO 27?
                                      EL PUNTO 27, ¡AUSENTE!

        “Corría la primera quincena del mes de marzo de 1941. Patricio González de Canales y Emilio Rodríguez Tarduchy se encontraron frente a la ermita de San Antonio de la Florida. Ambos habían llegado a la misma conclusión. El diálogo se desarrolló en estos, o parecidos términos:

   —Mira, Canales, tenemos que decidirnos de una vez por todas. No existe más solución que el magnicidio. Y te puedes imaginar que me duele a mí más que a nadie tomar tan tremenda decisión. Sabes que hubo un tiempo en que tuve mis esperanzas puestas en el Caudillo. Y luego, él mismo destrozó toda la obra de José Antonio… ¡Puñetera ambición la de este Franco!

   —Estoy de acuerdo contigo, pero una determinación de tal calibre no podemos tomarla entre los dos. Hay que reunir a la Junta.”    [Romero, 1976: 113]

    La lealtad al ideario nacionalsindicalista joseantoniano llevaría a sus guardaespaldas testamentarios en 1941 a planear un atentado contra Franco, responsable del Decreto de Unificación (1) de Falange Española de las J.O.N.S. con el Requeté Tradicionalista, tras el desfile de la Victoria en Madrid, a manos de la Junta Nacional de la F.E. no Unificada (2), tal y como lo narraba, en 1976, Armando Romero Cuesta en Objetivo. Matar a Franco, mediante la literaturización del presunto parlamento dramático de sus deus ex machina.
   Pero remontémonos tan sólo cinco años atrás a las fuentes de la cita de (la) Autoridad:

   «El 20 de Junio de 1936 aparecen en “No importa” las condiciones de la Falange. En la primera, José Antonio exigía que:

“…las fuerzas sumadas se agrupen precisamente bajo la dirección de la Falange y no bajo ninguna especie de comité, junta mixta o sistema de distribución por zonas. El punto 27 del programa nacional-sindicalista es bien determinante en orden de alianzas y nada aconseja modificarle”.

   »¡El punto 27! Ahí está, precisamente, el origen de toda la oposición de la Falange a Franco y a su unilateralmente decretada unificación. Claro está que en el partido de Franco dicho punto se suprimía. ¡Será por ello [por lo] que don Raimundo Fernández Cuesta siempre habla de los “26 puntos de Falange”? ¿Y el 27? ¡Ah, el punto 27!»    [Romero, 1976; 18]

   Miembro de la otra “Generación del 27” —véase, sin ir más lejos, La corte literaria de José Antonio, de los hnos. Carbajosa—, José Antonio Primo de Rivera pasaría, como otros miembros de las “vanguardias peligrosas” —“Ganaron la guerra, pero perdieron los manuales de literatura”, ha dicho Trapiello—, de la Historia de la Literatura en letra pequeña a la literatura de la Historia, más por performances pseudo-futuristas como “la dialéctica de los puños y las pistolas” o el famoso punto 27, que por su corpus poético: “de todos ellos ha de ser el único al que no cuadre el título de escritor. Su historia es otra, es verdad, pero bien hubiera querido tener para sí más ribetes literarios” [Carbajosa, 2003: XV] (3).

                                  RECUERDA QUE ERES MORTAL

      “Qué muchacho… formó con sus amigos de Falange un grupo de acción… Por la noche ametrallaban a la gente que permanecía sentada en las terrazas; y ponían bombas caseras, incendiarias… Hasta que un día fueron sorprendidos por una partida de milicianos cerca de Atocha y acabaron con ellos. Murió dando vivas a España, seguramente sin saber lo que era la muerte. Porque, para él, todo aquello era sólo un juego.”   
                                     Antonio Gómez Rufo, El desfile de la Victoria [p. 323] 

   La autarquía de la más inmediata postguerra, en la que el Partido Único de Franco es el brazo político del régimen dictatorial—“Nacional-sindicalista, totalitario, autoritario, ético, misional e imperialista” [Rodríguez Puértolas, 1983: 75]—, no resultaba sin embargo favorable a “la revolución pendiente” de una Falange “auténtica” enemiga declarada tanto del comunismo (4) como del poder nazi-fascista y/o del tradicionalismo de la derecha conservadora, por lo que la acción, planeada para el desfile de la Victoria (5) [Correspondencia con Desfile], se aplazará hasta la actuación-homenaje de la Sección Femenina esa noche del 1º de abril en el Teatro Español:  

«La operación se realizaría en el interior [del Teatro Español]. A esas horas de la noche, después de un día tan agitado, la atención de los escoltas comenzaba a disminuir. En un lugar cerrado, con la atención dividida entre franco y la representación, el atentado tenía grandes visos de llegar a buen fin. Mientras un grupo atraía la ya disminuida atención de los guardaespaldas del Caudillo, un hombre en solitario trataría de acercarse al palco con una pistola del 9 corto y dispararía a quemarropa sobre Franco.
    […]
  »Últimos días de marzo. Madrid comienza a engalanarse con banderas y gallardetes. Preparativos para el desfile de la Victoria. Las actrices de la Sección Femenina ensayan… Y en el aire de Madrid resuenan las proféticas palabras de José Antonio:
     “… una mediocridad burguesa, conservadora, orlada, para mayor escarnio, con el acompañamiento coreográfico de nuestras camisas azules.”»   [Romero, 1976: 115]

   Se compadece bien la teatralidad totalitaria del “escenario del crimen”, de ese “teatro de operaciones”, con el Hamlet “camisa vieja de la primera hora” que trata de infligir al Caudillo, en nombre de su rival Ausente, la derrota definitiva precisamente el día de la Victoria, y en calidad de espectador agonista, a quien fuera su protagonista como actor y factótum, en el “Recuerda que eres mortal” de facto de la fantasía dramática de su autor.

                                  EPÍLOGO O MI GOZO EN UN POZO

  «En cualquier caso, tanto las derechas como las izquierdas, obtendrían más provecho de la muerte de Franco que la propia Falange.
   ¿Asesinarlo sin preocuparse de más? La violencia por la violencia no tenía sentido alguno.
   Sometida a votación la ejecución de Franco resultaron cuatro votos negativos y una abstención. Pese a todo, Franco era en aquellas circunstancias un mal “menor”.  El magnicidio, pues, no se llevaría a efecto.»   [Romero: 1976: 117]

   Happy end para Franco y desgraciado, pues, para los paladines del Ausente. Desenlace truncado de un romance “de mala muerte” y final abierto, en consecuencia, para quienes lo ensayen después, como ¿faction y/o fiction?, venidos de(l) más allá de los Pirineos — El desfile de la Victoria— y/o de allende el mar —“La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco”—.

 

                               (LECTURAS INACTUALES V: Julio de 2016.
De El desfile de la Victoria (1999), de Antonio Gómez Rufo.)

                                           SEGUNDO ACTO: NUDO
             ZEGRÍES Y CENETES  o LOS EXTREMODUROS SE TOCAN

      —“España siempre ha sido anarquista, Evelio. Anarquista y republicana. ¿Y sabes por qué? Porque a pesar de habernos pasado mil años bajo la tiranía monárquica y gobernados por las derechas, los españoles nunca hemos reconocido más rey que a nosotros mismos ni más ley que hacer nuestra santa voluntad. Somos anarquistas por ser individualistas, y para eso da igual ser de derechas que de izquierdas, aquí quien no corre vuela…”    
                                   Antonio Gómez Rufo,  El desfile de la Victoria [p. 178] 

    “La paz de los cementerios. Así se denominaba en los círculos republicanos del exterior la situación de orden mantenida en España después de las depuraciones, los encarcelamientos y los fusilamientos que se produjeron al terminar la guerra civil.  Había paz y orden, al menos nadie asistió durante aquellos años a más disputas ni discrepancias políticas que las que mantuvieron las distintas familias del bando vencedor, falangistas, carlistas y fascistas anarcosindicalistas [sic, y la cursiva es nuestra], pero de sobra sabían todos que la paz no era sólo el orden, ni mucho menos la violencia. Mantener la paz violentamente era un contrasentido, pero resultaba cómodo. En los años cuarenta, y después, hasta 1953, el régimen dio muchas libertades a los vencedores que la Iglesia vio con malos ojos porque suponían una permisividad y una tolerancia excesivas, una relajación consistente en admitir la prostitución obligada, la diversión a cualquier precio, por rebuscada que fuese, y el abuso sobre los vencidos como moneda de cambio cotidiana.”
                                                          [Gómez Rufo, 1999: 392]

   La conexión entre “fascistas” y “anarcosindicalistas”, más allá de la pugna por unos símbolos comunes —el mono azul, el rojo y el negro, etc.— databan de antes de 1936:

“Los contactos Falange-C.N.T., no eran cosa extraña en la España de la pre-guerra. Ruiz de Alda y Ángel Pestaña, habían mantenido conversaciones con vistas a una posible unificación del Partido Sindicalista con Falange Española. Existía cierta simpatía entre falangistas [nacional-sindicalistas, en fin] y anarco-sindicalistas, motivada por la oposición de ambas a las tesis marxistas" [Romero, 1976: 66-67] (6).

   O, sin ir más lejos, en Granada tuvo que ser, según testimonio de Romero [1976: 66]:
«A mediados de julio de 1936, y ante la inminencia del Alzamiento, [Patricio González de Canales] llegó a un acuerdo tácito de no agresión con los cenetistas de Granada. Ni los puntos armados de la C.N.T. denunciarían a los sindicalistas de Falange Española, ni estos denunciarían a los cenetistas.”
  
   Así, fascismo y anarquismo, antónimos complementarios —vale decir excluyentes—, en definitiva, dentro de la antonimia gradual del abanico de las tendencias políticas en el Sistema de la Lengua, convertidos en el acto —o activismo— de habla de una situación crítica en sinónimos contextuales; la antítesis dialéctica hecha metáfora roja y negra en un híbrido por composición —joseantoniano, guardaespaldas, nacionalsindicalistas—,  en el esperpento de una pinza anti-burguesa o astracanada de vanguardias peligrosas (7), en la estética de lo grotesco de la suma de los contrarios “nacionalanarcosindicalistas”.
   Y el punto final del Golpe a cualquier connivencia anarco-fascista habida y por haber:
 
      “Dijo, por ejemplo, que los muchachos de la Escuadra de Franco que estaban bajo su mando y salían hacia las nueve y cuarto de una casa de una casa de la misma calle Ávila, en la que habían celebrado un baile, se cruzaron con un grupo que gritó ¡Viva la CNT y viva la FAI!, lo que hizo que vinieran a las manos los dos grupos.” [Trapiello, 2001:180]
                              
                            DEL MONO AZUL A LA DIVISIÓN AZUL
                                                           O
                           DEL SIMIO AZUL AL GRAN SIMIO CAQUI

      “Fascismo y falangismo (que no son exactamente lo mismo, pero andan muy cerca) se condensaron en algo que resultó ser un franquismo de obispo, picatoste, imperio y Escorial, cuplés de Celia Gámez, pistola siempre al cinto, brasero de picón y tardes en Riscal.”
            Antonio Lucas, “La otra literatura (olvidada)”, El Mundo, 27/11/ 2015

   “[…] pero luego, en la algarabía festiva de Riscal, entre risas de mujeres alegres, militares bebidos, señoritos con dinero y camareros serviciales, le oyó/ hablar de los deberes con la patria, de los honores en juego y de los juramentos de fidelidad a la bandera y a sus superiores […]” 
                          Antonio Gómez Rufo, El desfile de la Victoria [pp. 370-371]

     “¡Ni Franco con Falange, ni Falange sin Franco, ni Franco sin Falange!”
                                        Reconquista de España (1944-1945)

   “Desde la derrota del Eje totalitario en 1945 el Régimen Nacional-Sindicalista va  intentando —no sin penosos esfuerzos— adaptarse a las nuevas circunstancias históricas. […]  En 1953, a partir de los acuerdos con Estados Unidos, comienza una nueva etapa de la Dictadura. […] En 1952 eran ajusticiados cinco anarquistas en Barcelona […]”, expone Julio Rodríguez Puértolas en la Historia social III [1983: 183].
   Pues bien, en el 1953 de ese período continuista  con reconocimiento internacional  y más numerosa resistencia interior—de la resistencia silenciosa (8) a las más elocuentes—, sitúa Antonio Gómez Rufo en El desfile de la Victoria (1999) la llegada del anarquista (9) “Ernesto Bacigalupe, que llegaba a Madrid catorce años después de terminada la guerra civil española con el único objetivo de matar a Franco.” [Gómez Rufo, 1999: 11]

   “El viernes 15 de mayo de 1953, festividad de san Isidro labrador, patrón de Madrid, todo estaba meticulosamente preparado para la gran celebración del Desfile de la Victoria, y la vieja estación había sido remozada en su totalidad para demostrar al mundo la prosperidad y modernidad que, con el nuevo régimen, habían alcanzado España y los españoles.”  
                                       [Gómez Rufo, 1999: 363]

                  DE RISCAL A CUATRO CAMINOS: HORARIO NOCTURNO

    “En la barra del bar [Correspondencia con Riscal], Miguel Primo de Rivera parecía discutir con Ataulfo argente entre carcajadas y grandes aspavientos; […] Sólo preguntó [Bacigalupe] qué hacía allí un Primo de Rivera, si acaso a Franco no le incomodaba su presencia en España”
                                  Antonio Gómez Rufo,  El desfile de la Victoria [p. 167] 
 
   —“Usted puede bajar aquí y subir a ese tranvía. Porque va a Cuatro Caminos, ¿no?”
                                Antonio Gómez Rufo,  El desfile de la Victoria [p. 183] 

   “En una semiluna prominente de la tribuna, que los romanos llamaban arengario, se situó Franco esperando que a las doce en punto el cornetín de órdenes indicase que daba comienzo el Desfile de la Victoria de 1953.”   
                                Antonio Gómez Rufo,  El desfile de la Victoria [p. 397] 

 

   Nuevo desfile de la Victoria [Correspondencia con todos los Desfiles de la Victoria]:

   “Unos mirarán alejarse a los caballos y otros a los tanques que se acerquen, por lo que es de suponer que durante unos instantes nadie estará pendiente de la tribuna. Entonces, en una acción rápida, rebaso la línea de protección policial, me sitúo delante de Franco y vacío el cargador de la pistola sobre él. Hasta ahí no habrá problemas, su muerte e segura.”  [Gómez Rufo, 1999: 159]

   Una célula anarquista prepara la logística del atentado en el Barrio de Cuatro Caminos [Correspondencia con los Cuatro Caminos] —donde en 1945 una célula del “maquis del llano”, comunista, había matado a dos falangistas en la Subdelegación de F.E. y de las J.O.N.S., tal como lo reconstruye Trapiello en La noche de los Cuatro Caminos—:
“Necesitamos un coche, dos uniformes de capitán [Correspondencia con Uniforme], / un uniforme de general y tres carnés militares. Con correaje y armas.”   [Gómez Rufo, 1999: 159-160]
                    NUESTRAS VIDAS (PARALELAS) SON LOS RÍOS (DE SANGRE)…
  
        “Vicente va adonde va la gente; y si Vicente va al crimen, allá va Vicente tras ella, arrastrado, anulada su libertad. Vicente ya no es Vicente: es una bestia.”      
                           Gonzalo Torrente Ballester, Aprendiz de hombre  [p. 217]

           “Después, como es sabido, llegaron a Madrid de la forma en que llegaron y en el día señalado.”  
                                 Andrés Trapiello, La noche de Cuatro Caminos  [p. 90]

   Al igual que entonces  —en aquella realidad histórica de 1945 (10) —, en esta realidad ficticia de 1953 los miembros de la célula serán ejecutados, si bien y muy a diferencia de aquellos comunistas, que fueron detenidos después y condenados a pena de muerte en un sumario con defectos de forma (11), los anarquistas de El desfile serán masacrados antes de cometer el magnicidio —y “a enterrar sin dar noticia a ningún juez ni familia alguna” [Gómez Rufo: 246]—:

   “[…] Un minuto después, tres cuerpos desmadejados, cubiertos de sangre, quedaron en el suelo de la galería entre cristales rotos, casquillos de bala, olor a pólvora y lunares rojos que lo salpicaban todo. Sanchís observó el coche con matrículas falsas del Ejército de Tierra agujereado por las ráfagas de metralleta, levantó los uniformes militares que se apilaban en el suelo, hojeó la documentación falsificada extendida sobre el capó del coche y ordenó que se quemase todo de inmediato” [Gómez Rufo, 1999: 246.]

                                                 EROS Y TÉTANOS
   “Pero el Hotel Hilton se había terminado al fin y, según todas las gacetillas, estaba cumpliendo la función para la que había sido inaugurado: congregar a lo más selecto (12) de Madrid en sus meriendas, cenas y bailes, y también a lo peor, a los señoritos que dejaban una estela sucia de putas jóvenes a su paso y que después cerraban la noche en Villarosa o en el burdel de Regueros, 6, donde tía Lola [Correspondencia con tía Lola] les arreglaba una noche de compañía alquilada por poco más de cien pesetas.”
                                    Antonio Gómez Rufo,  El desfile de la Victoria [p. 29] 

   Y ello, gracias a la complicidad de su hija Marcelina (13), que ejerce la prostitución en Madrid bajo el nombre de Violeta, chantajeada por los perseguidores de Bacigalupe —“Hablaron de tu vida a cambio de la del señor Franco. Eso me dijeron [1999: 273]—:  

“[Marcelina (Violeta) Bacigalupe] no sería nadie mientras no consiguiese entrar como pupila en una de las tres o cuatro casas de más renombre de Madrid: o en Casa Marta, en la calle del Doctor Castelo, donde los clientes pagaban quinientas pesetas por servicio; o en la casa de la tía Lola [Correspondencia con tía Lola], en Regueros, 6, donde se pagaban doscientas pesetas, o en el burdel de O’Donnell, 27, donde se pagaban cien” [Gómez Rufo, 1999: 38].

[Trabajar por su cuenta y, sobre todo, riesgo, podía resultar mortal, como a una colega:] 
 “El cadáver fue descubierto al día siguiente en un arcén de la cuesta de las Perdices, junto a Villa Romana, por unos niñatos falangistas que se acababan de poner el correaje y pretendían hacer prácticas de tiro contra unas botellas de vidrio verde delante de una de las paredes de la Pérgola, en las afueras de la ciudad” [Gómez Rufo, 1999: 72].

   Pues bien, sin llegar a estrenar su disfraz de capitán del ejército español, Bacigalupe muere en el mismo ataúd en que ha intentado salvar el cerco a que lo tenían sometido  el policía y el militar encargados del caso y recelosos entre sí: “¡Y a tipos así los metían en los servicios de inteligencia…! Franco estaba acabado, pensó. No le extrañaba que cualquier pelagatos intentase terminar con él” [Gómez Rufo, 1999: 322]:

“El capitán Castejón no lo pudo soportar más. Cuando los sepultureros, aterrados también, empezaron a echar las primeras paletadas sobre el cajón, sacó la pistola de la sobaquera, se acercó a Sanchís, que estaba junto a la sepultura, miró el foso y, sin dudarlo, disparó una y otra vez hasta vaciar el cargador sobre el ataúd, acabando con la vida de Ernesto Bacigalupe para que al menos tuviese una muerte digna, para que dejase de sufrir.” [Gómez Rufo, 1999: 403].

   Segundo acto fallido, el nudo —corredizo—, en la ficción, “de lo que pudo haber sido y no fue”: la muerte del Gran Espectador a manos de un antagonista asimilado al disfraz de militar, que se salda con la desaparición de otro tanatocrático “novio de la muerte” —“El informe policial trata de presentar el asunto como una gran conjura que ha sido descubierta a tiempo” [Gómez Rufo, 1999: 23]—, caqui contrapunto monacal de su hija:

“Tampoco las condiciones de vida eran fáciles. No se estaba tranquilo ni en los prostíbulos, y de hecho a muchos de los comunistas de estos años ahí es donde les detendrían” [Trapiello: 155].

 

                            (LECTURAS INACTUALES VI: Agosto de 2016.
   De “La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco” (1960), de Max Aub.)
 
                                    ACTO TERCERO: DESENLACE
                               LA PEREGRINA NUEVA ESPAÑA
                                                      O
                  A LA TERCERA (REPÚBLICA) VA LA VENCIDA

      “De ahí la necesidad que tienen los exiliados de pequeños golpes de efecto que intenten desvirtuar ante el mundo la verdad irrebatible y absoluta. […] quieren crear ante la opinión pública mundial el mito de que la guerra civil continúa en España […]”
                                Andrés Trapiello, La noche de Cuatro Caminos [p. 195]

      —“Comunista, socialista, anarquista…, da igual. Todos son lo mismo —concluyó Sanchís.”  
                                   Antonio Gómez Rufo,  El desfile de la Victoria [p. 103]
 
      “Cuestión de matices, como el café con leche. ¿O cree que el café con leche ha vuelto idiota a la humanidad?
Max Aub, “La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco” [p. 428]

   “Marín solía discutir con los refugiados españoles acerca de las ventajas e inconvenientes del atentado personal. No comprendía cómo habiendo tantos anarquistas en España no hubieran, por lo menos, intentado asesinar a Franco. Los comunistas se oponían asegurando que no serviría de nada su desaparición violenta, como no fuera para reemplazarlo por otro general de la misma clase; los republicanos objetaban sus propios convencimientos liberales; algún federal, opuesto a la pena de muerte, se sublevaba con la sola idea. Los ácratas traían a colación las insalvables dificultades policíacas y militares. (14)”  
Max Aub, “La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco” [p. 419]

    Se trata de un “delicioso cuento” [Rodríguez Puértolas, 1983:164] de Max Aub (15), del año 1960, en el cual, y tal como como lo resume  Javier Quiñones en “Prólogo” a Enero sin nombre [p. 31],

«un mesero de un café de México [“El Español”], harto de oír a los republicanos españoles discutir vociferando sobre el pasado (16)—una de las costumbres de los exiliados españoles en México era reunirse en los cafés, lo que mantenía el vínculo con el pasado—, decide viajar a España a atentar contra Franco, con la esperanza —luego frustrada— de que los transterrados (17) regresen a su patria y vuelva la paz al café.»

   Dicho y hecho. Ni pronto ni bien mandado, el camarero mejicano concibe la peregrina idea de matar a Franco y, desde Nueva España —¿la tercera España?—,“español de tres mundos” —permítasenos usufructuarle a JRJ el hallazgo—, peregrina a la ex-metrópoli:
  
“Tras tanto oírlo (18), no duda que la muerte de Francisco Franco resolverá todos sus problemas —los suyos y los ajenos hispanos—, empezando por la úlcera. De oídas, de vista —fotografías de periódicos españoles que, de tarde en tarde, pasan de mano en mano—, conoce las costumbres del Generalísimo. Lo que los anarquistas españoles —que son  millones al decir de sus correligionarios— son incapaces de hacer, lo llevará a cabo. Lo hizo.” [Aub, 1995: 420]

   A finales de la década de los 50 (1957), los ex-combatientes de FE de las JONS dejan paso en el gobierno a los tecnócratas del Opus Dei, “en 1959 se lanza el primer Plan de Estabilización, cuya primera consecuencia es la de una riada de trabajadores que emigra hacia Europa”, “al tiempo que mediante una intensa campaña de propaganda el país es inundado cada año por el turismo extranjero” [Rodríguez Puértolas, 1983. 185]. Víspera del Desarrollismo. “El fenómeno va acompañado de inevitables experimentaciones formales, fracasos expresivos, aventuras, contradicciones y también de algo más: una inequívoca penetración cultural imperialista norteamericana, correlato ineludible de la penetración económica y militar” [Rodríguez Puértolas, 1983. 188]. Pues bien, en 1959, un nuevo Gran Desfile [Correspondencia con Desfile] conmemorativo del Alzamiento:
 
   “El 18 de julio, víspera del Gran Desfile, [el mejicano] convidó a Silvano/ Portas [un “teniente de infantería puertorriqueño, ayudante de uno de los cien agregados militares de la Embajada” de EE.UU.] a comer en la Villa Romana de la Cuesta de las Perdices [Correspondencia con Villa Romana y la Cuesta de las perdices]…” [Aub, 1995: 423-424]

                                                  DE PUTAS Y VIRTUOSOS
 
   Y sigue la ruta turística del casto tiranicida por el Madrid castizo de café, copa y puro:

“…tras una visita a casa de la Lola [Correspondencia con la tía Lola], en la calle de la Luna, frente a las Benedictinas  de San Plácido.
   —Tú, ¿no?
   —No.
   —No eres poco misterioso en este asunto.
   —Cada uno es como es.
   —¿No te gusta ninguna? Te advierto que esta trigueña no está mal.
   —Otro día.
   —Tú te lo pierdes, viejo.”   [Aub, 1995: 423-424.]

   Renovado voto de abstinencia de un novio del la muerte en el Desfile de Carnaval: “Vida sentimental nunca tuvo; carece de interés masculino: nació neutro, lo dio por bueno.” [Aub, 1995: 408]

   Y, el día D, el uniforme [Correspondencia con Uniforme] de oficial, norteamericano esta vez, a juego con los tiempos (19), un disfraz teatral una vez más para el espectáculo militar:
 
   “Antes de dar media vuelta, Portas regresó al mundo de los justos. Nacho se vistió, con toda calma, el uniforme de gala, recién planchado, dispuesto en una silla.  […] tranquilamente se dirigió hacia la tribuna de los agregados militares extranjeros” [Aub, 1995: 425].

  Y, acto seguido —tercer acto, en la ficción—, la consumación del acto del desenlace, a pistola, en la persona del dictador, Gran Espectador protagonista de su propia Victoria:
 
 “A diez metros, en el estrado central, Francisco Franco presidía, serio, vestido de capitán general. Jurado sacó la pistola [Correspondencia con Pistola], apoyó el cañón en el interior de su codo izquierdo doblado —exactamente como lo pensó— (¿quién podía ver el estrecho círculo de la boca?). Disparó al paso bajo de unos aviones de caza. El estruendo de los motores cubrió el de los tiros. El Generalísimo se tambaleó. Todos se abalanzaron. Nacho entre los primeros, la pistola ya en el bolsillo del pantalón. Poco después, se zafó de la confusión […]” [Aub, 1995: 426].

                ¿CRÓNICAS MARCIANAS O  UCRÓNICAS MA(R)XIANAS?
                          
   “Parece inútil recordar los acontecimientos que, para esa época, se habían sucedido en España: formación del Directorio Militar bajo la presidencia del general González Tejada; el pronunciamiento del general López Alba, en Cáceres; la proclamación de la Monarquía, su rápido derrumbamiento, el advenimiento de la Tercera República. (Todo ello oscura razón verdadera de la tardanza de Ignacio Jurado en regresar a México; dando tiempo a que los refugiados volvieran a sus lares.)
    […]
    —¿Qué pasa?
    Lo supo enseguida. Allí estaban los de siempre —menos don Juan Ceballos y don Pedro Torner, muertos—, todos los refugiados, discutiendo lo mismo: […]
   Ignacio Jurado Martínez se hizo pequeño, pequeño, pequeño, hasta que un día no se le vio más.”   [Aub, 1995: 427-428]

   Puesta en abismo de lo que pudo haber sido y no fue el viaje de ida y vuelta del propio Aub a España: “Volvió a España, donde le irritó lo indecible que nadie le conociera y acaso no poder entrar en la Academia, en lo que se ve había pensado ya mucho” [Trapiello, 2011:512]. 

                                              ¿A/POSTA O APOSTILLA?

   “En el País Vasco, concluía sin asomo de arrogancia, eso no lo consentiríamos. Y Merche pensó que lo diría en serio. Y que en el País Vasco, donde los gudaris habían dejado tantas memorables muestras de su valor, las cosas, a tenor de lo dicho por Víctor, no ocurrirían como en Madrid, sino que la gente, al ver al asesino de alguien de la familia, lo ajusticiaba allí mismo, sobre la acera, y seguía caminando con mucha parsimonia, naturalmente hacia Bilbao, patria de la modestia.”
                               Andrés Trapiello, La noche de Cuatro Caminos [p. 158]
   —“Sí.
   —Pues lo dicho.” 
             Antonio Gómez Rufo,  El desfile de la Victoria [244] 

   Y tendrían que llegar los años 70 para que el nazional-socialismo vasco, por medio de la  E.T.A., pusieran toda la carne en el asador en el atentado contra el almirante Carrero Blanco, un posible sucesor de Franco, en diciembre de 1973 (20), incurriendo igualmente, al igual que el maquis —que rechazaba eliminar al dictador, como explicaba Trapiello [2001] en previsión de que fuera reemplazado por otro militar que endureciera más aún el régimen—, y con táctica muy contraria a la del nacional/anarcosindicalismo—, en el tabú del tiranicidio de Franco, que acabó, entre tirios y troyanos, muriendo en la cama.

           ¿EL SINDICATO OS HARÁ LIBRES? O MUTIS POR EL FORO
   Cae, pues, el telón de un disparate dramático en el que los antagonistas del régimen, reducidos a meros espectadores vencidos del desfile de la Victoria, castos “novios de la muerte”,  aspiraron a su cuarto de hora de popularidad como protagonistas vencedores —¿no hay dos sin tres o a la tercera va la vencida?— frente a un Antagonista victorioso convertido en Gran Espectador, en la performance de una tragedia reescrita como farsa, en el teatro de operaciones —en el escenario del crimen— del/de la Capital de España.
 El nacional-sindicalismo del teatro Español, el anarco-sindicalismo de la F.A. Ibérica  y el sindicato autónomo de meseros del café Español de México D. F., o sea la camarería y la camaradería, guardaron una bala en la recámara cuyo tiro salió, al fin, por la culata.

                               
                                       BIBLIOGRAFÍA
AUB, Max [1995]: “La verdadera historia de la muerte de Francisco Franco”, Enero sin nombre. Los relatos completos del Laberinto mágico, Barcelona,  
Alba, pp. 407-428.

BLANCO AGUINAGA, Carlos; RODRÍGUEZ PUÉRTOLAS, Julio y ZAVALA, Iris M. [1983]: Historia Social de la literatura española (en lengua castellana),  Madrid, Castalia.

ARBAJOSA, Mónica y CARBAJOSA, Pablo [2003]: La corte literaria de José
Antonio, Barcelona, Crítica.

GÓMEZ RUFO, Antonio [1999]: El desfile de la Victoria, Barcelona, Ediciones B.

GRACIA, Jordi [2004]: La resistencia silenciosa. Fascismo y cultura en España. Barcelona, Anagrama.

MAINER, José-Carlos [2003]:“Prólogo”, La corte literaria de José Antonio, Barcelona, Crítica.


QUIÑONES, Javier [1995]: Prólogo” a Enero sin nombre. Los relatos completos del Laberinto mágico de Max Aub, Barcelona, Alba.

RIDRUEJO, Dionisio [2007]: Casi unas memorias, Barcelona, Península.

ROMERO CUESTA, Armando [1976]: Objetivo: matar a Franco, Madrid, Eds. 99.

TORRENTE BALLESTER, Gonzalo [1967]: Aprendiz de hombre, Madrid, Doncel. — [1956]: Panorama de la literatura española          Contemporánea, Madrid, Guadarrama.

TRAPIELLO, Andrés [2011]: Las armas y las letras. Literatura y guerra civil (1936-1939), Barcelona, Destino.
                                — [2001]: La noche de los Cuatro Caminos. Una historia del maquis. Madrid, 1945, Madrid, Aguilar.

 

Notas:


(1) «En uno y otro sitio se sugiere que fue de mi propia iniciativa [sostiene Ridruejo] la visita al hombre que había sido la víctima inocente más maltratada de la Unificación de partidos de 1937», «del que conservaba un buen recuerdo y de cuyos sufrimientos había tenido sombrías noticias». «[…] En definitiva, lo que resulta de los hechos posteriores es que fui yo y no Hedilla “el represaliado” por la dichosa visita. […] (Diré de paso que el confinamiento de Hedilla concluyó el 13 de abril de 1946 y el mío un año y algunos meses después. Cierto que él había sufrido mucho e injustamente. Yo, poco y por causa aceptada. […]» [Ridruejo, 2007: 424, 425 y 426].

(2) “Lo que la Falange exige es que la dejen ser, sencillamente eso, Falange Española de las JONS, con sus virtudes y sus defectos, pero desde luego sin esa T que desde luego no asumimos como nuestra, sin esa T de Tradicionalismo, impuesto por Franco, sin esa T de Traición, cometida por muchos. Por todo eso lucharon los falangistas, por eso soñaron un día con matar a Franco: por ser el culpable de que se frustrase una promesa” [Romero, 1976:20].

(3) “Pues más allá de sus propias inquietudes culturales y literarias —para las que estos autores actuaron de espejo—, existió siempre en José Antonio una preocupación irresistible por rodearse de intelectuales que no sólo fundamentaran un ideario político sino que a la vez lo formularan con un vocabulario y una estética precisas” [Carbajosa, 2003:XVI].

(4) “No hay más que una manera de evitar que el comunismo llegue: Tener el valor de desmontar el capitalismo… Esto no es sólo una tarea económica: esto es una alta tarea moral…” [J. A. Primo de Rivera, discurso en el Cine Europa, 2 de Febrero de 1936.]
   ”El discurso no les gustó a las derechas en 1936 y era natural que en 1937 [cuando, un año después, Manuel Hedilla ordena su reproducción en prensa y es prohibido], con los triunfos en su mano, hicieran todo lo posible para impedir su difusión. No les interesaba que se escuchasen o leyesen las diatribas de José Antonio contra ellas, ni que se hablase de revolución”[Romero, ibídem].

(5)  «El 1 de Abril era una fecha inmejorable para realizar un atentado contra Franco. Mientras presenciaba el desfile conmemorativo de la Victoria. Franco permanecía inmóvil a la vista de todo el mundo más tiempo que en ninguna otra fecha del año. Un blanco casi perfecto.
   »Desde un principio desecharon el método clásico de colocar una bomba en el palco [Correspondencia con Palco]. Se trataba de atentar contra Franco sin hacer víctimas inocentes que harían aún más impopular el asesinato. Sabían que en principio su actuación no iba a ser muy bien acogida. El jefe del fascistoide Movimiento, comenzaba a ser popular. La propaganda, la genial propaganda de Dionisio Ridruejo y Antonio Tovar, había dado sus frutos” [Romero, 1976: 114].

(6) Es el caso de la malaventurada familia Durruti: «Muchos ex-anarquistas eran militantes de Falange española, entre ellos Manuel y Pedro “León” Durruti. Manuel fue asesinado en zona nacional por las derechas en una acción dirigida contra la Falange; Pedro murió asesinado en zona roja por los comunistas debido a ser militante falangista desde la primera hora; se había afiliado a principio de 1935. Eran hermanos del famoso líder de la F.A.I., Buenaventura» [Correspondencia con Durruti], [Romero, 1976: 67].

(7) Vanguardias peligrosas. La Alemania nazi y la Italia fascista en Vitoria (1936-1939), coords. Guillermo Marín, Virginia, López de Maturana y Xabier Sagasta, Fundación Sancho el Sabio, Sala Araba, 18/11-09/12 20015.

(8) Título del ensayo de Jordi Gracia en que el autor catalán da como fecha del inicio de la resistencia intelectual al Franquismo la de 1951, en su laberíntica evaluación del “Fascismo y cultura en España” y donde aprueba el progresa adecuadamente de los alevines más  contestatarios del régimen a la vez que suspende a varios de  los viejos maestro liberales de la República por su sometimiento.

(9) “Aparentaba veintiocho o treinta años, y había venido a Madrid para descargar a su madre de otra boca que alimentar porque su padre había sido dado por desaparecido en la guerra, después de luchar en la batalla del Ebro en el batallón de Durruti […]” [Correspondencia con Durruti], [Gómez Rufo, 1999:36].

(10) “En 1944 la División azul vuelve a España.  Se trata ahora de cerrar filas dentro del país, en el cual hay guerrilleros republicanos que ponen en jaque a las fuerzas del orden y al ejército mismo” [Rodríguez Puértolas, 1983: 78].

(11) “Acabada la guerra, la Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, amalgama que se conocía por la abreviatura de FET de las JONS, se lo quedó [el chalé de Cuatro Caminos escenario del asesinato de dos falangistas a manos del maquis urbano “del llano”], con la voracidad que le caracterizó, en cuanto se disolvió el desfile de la Victoria” [Correspondencia con Desfile], [Trapiello, 2001: 46].

(12)  “[…] y ahora, en esos días de víspera, “[las preocupaciones de la alta sociedad madrileña consistían] en obtener una silla lo más cerca posible de Su Excelencia el Generalísimo o doña Carmen Polo para asistir el viernes siguiente al Desfile de la Victoria que se iba a celebrar en el Paseo de la Castellana…” [Gómez Rufo, 1999:29]

(13)  “Lo que el día anterior era todo alegría, esperanzas y buenos presagios, ella lo había llamado el desfile de la victoria [Correspondencia con Desfile de la Victoria], en sólo veinticuatro horas se estaba desmoronando como una ruina bajo los efectos de un huracán” [Gómez Rufo, 1999:183].

(14) «Los españoles —como de costumbre, decía don Medardo— lo revolvieron todo con sus partidos y subdivisiones sutiles que sólo el tiempo se encargó de aclarar en la mente nada obtusa, para estos matices, del mesero sonorense; por ejemplo: de cómo un socialista partidario de Negrín no podía hablar sino mal de otro socialista, si era largocaballerista o “de Prieto”, ni dirigirle la palabra, a menos que fuesen de la misma provincia; de cómo un anarquista de cierta fracción podía tomar café con un federal, pero no con un anarquista de otro grupo y jamás —desde luego— con un socialista, fuera partidario de quien fuera, de la región que fuese» [Aub, 1995: 414].

(15) Max Aub no fue una excepción en su relación con escritores falangistas, como era común antes de la guerra, como lo pone de manifiesto su colaboración en Azor, fundada por su amigo Luys Santa Marina, “a pesar de las diferencias ideológicas. Parece ser que la toma de postura de Aub junto a la de otros intelectuales a favor de Santa Marina intervino en la decisión de indulto de la pena de muerte a la que fue condenado por unirse a la sublevación en julio de 1936. Por los años 30 mantenía también Santa Narina una tertulia en el Café Lyon del final de la Rambla, […] Max Aub y José María de Cossío no dejaban de asistir cuando viajaban a Barcelona” [Carbajosa, 2003: 92]. De hecho, a Max Aub, un escritor que llegó lejos (en todos los sentidos), le publicó la revista Azor en 1934[constituida ya Falange Española] la primera versión de Luis Álvarez Petreña (Santa Marina inspiró luego el personaje Salomar en los relatos del Laberinto Mágico y volvió a encontrarse con su amigo, al regresar éste a España)” [Mainer, 2003: X].

(16) “Todo cambió a mediados de 1939: llegaron los refugiados españoles.
   ”[…] El hondo resquemor del inesperado y furioso cambio no desapareció nunca. [Ignacio Jurado Martínez, Nacho] sufrió el éxodo ajeno como un ejército de ocupación”  [Aub, 1995: 413].

(17) De la misma raíz es el concepto que G. Torrente Ballester utiliza en su manual de  literatura de bachillerato para referirse a la situación de Max Aub en México: “En el destierro, Max Aub ha escrito novelas grandes —Campo cerrado y Campo de sangre—, sobre temas de la guerra española, y bastantes piezas dramáticas: San juan, Morir por cerrar los ojos, El rapto de Europa, La vida conyugal, sobre temas de la guerra europea de 1939. Leemos que están escritas con gran arte, así como las novelas, y que sus piezas teatrales en un acto son de gran intensidad y perfección” [1956: 370].

(18) “Lo único que no variaba era el tema, ni el tono de las discusiones:
   —Cuando caiga Franco…
   —Aquello no puede durar.
   —Tiene que caer…
   —¿Ya leíste que…?
   —Es cuestión de días…
   De semanas, de meses —a lo sumo—. Los que dudaban acababan callando, apabullados.
   El ruido, las palmadas (indicadoras de una inexistente superioridad de mal gusto), la algarabía, la barahúnda, la estridencia de las consonantes, las palabrotas, la altisonancia heridora; días, semanas, meses, años, iguales a sí mismos; al parecer, sin remedio.”  [Aub, 1995: 417].

(19) “El primer embajador norteamericano llega a Madrid en diciembre de 1950, y con él un crédito de sesenta y dos millones de dólares para la maltrecha economía española. Comienza así el camino que conducirá a la firma del Pacto de Madrid (26 de septiembre de 1953), mediante el cual la España franquista se integra en el dispositivo de defensa del llamado mundo libre, como peón del imperialismo de Washington” [Rodríguez Puértolas, 1983: 79].

(20)“Luis Carrero Blanco, primer ministro y brazo derecho del Caudillo, muere dinamitado por la organización vasca ETA (la cual había hecho su primera aparición guerrillera ya en 1961)” [Rodríguez Puértolas, 1983: 186].

 



 

 

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